martes, 23 de marzo de 2010

I.

Desde que te conocí no he podido dejar de pensar en tenerte a mi lado, nunca hemos hablado demasiado pero si lo suficiente, sabes que te quiero y sé que me quieres pero eso no basta; te has metido con mis mejores amigas. Siendo la que siempre te ha deseado no he podido probarte.

Tu cuerpo es lo que siempre he esperado y por fin lo puedo tener.

Me llevas a tu casa para recoger el cuaderno que te había prestado, me haces esperar en tu cama mientras lo buscas en tu cajones; cuatro paredes blancas, puerta café, cama muy bien tendida, ropa volando a mi alrededor; calcetines, pantalones, camisas, calzones ya no se que esperar. Lo siento no lo encuentro, a lo mejor lo dejé en la escuela, lamento haberte traído hasta acá para nada. No sabía que decir empezaba a comprender mejor la situación; tu brazo empezó a recorrer mi espalda, sentí tu respiración en el oído. Te necesito y sé que tú me necesitas. Con tu boca recorres mi cara hasta llegar a la boca, no puedo resistirme, te paras frente a mí y sin darme cuenta me encuentro en la otra parte de la cama con tu cuerpo sobre el mío; tenía por fin lo que había soñado desde que te conocí y fue cuando todo se me vino a la cabeza, mi amiga contándome como había sufrido por tu falta de tacto, no había disfrutado estar contigo y te detuve justo a tiempo. Qué pasa, tranquila todo estará bien. Empiezas a bajar, tu boca recorre mi cuello con tanta cautela que no puedo detenerte, no puedo evitar sentir como la energía entra en mi cuerpo, en ese momento no entiendo como mi amiga se queja tanto de ti y vuelvo a alejarme. Qué pasa, estas asustada, no tienes porque te voy a tratar de la mejor manera posible, lo juro. Tu cuerpo empieza a reaccionar a las caricias y es cuando decido pararme, me alejo de ti sin decirte nada, salgo de tu cuarto, atravieso la cocina, la sala, abro la puerta de la entrada y... siento como tus brazos recorren mi cintura haciendo que la temperatura de mi cuerpo vuelva a subir, las hormonas revolotean dentro de mí. Hay que regresar al cuarto no tienes que irte todavía.

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